En el corazón de Coyoacán, un pequeño rincón se ha convertido en un santuario para los amantes del mezcal. Casa Murciélago celebra su cuarto aniversario, no solo como un bar, sino como un espacio de resistencia y devoción por los destilados tradicionales de México. Conversamos con su dueño, Víctor «Mitch» Hernández, un oaxaqueño cuya vida ha estado intrínsecamente ligada al mezcal, para entender la pasión que impulsa este proyecto.
Los Inicios: Una Vida Dedicada al Mezcal
Para Mitch, el mezcal no es una moda, es su herencia. «Soy oaxaqueño y llevo 28 de mis 46 años dedicándome al mezcal», nos cuenta. Su relación con la bebida comenzó en la infancia, como es costumbre en su tierra, y se formalizó a los 17 años, cuando su primer trabajo fue con un productor en la Feria del Mezcal de Oaxaca.
Aunque estudió Comunicación y se dedicó al cine, el mezcal siempre fue su carta de presentación. «En la universidad todo mundo me ubicaba como ‘el güey del mezcal’, porque siempre llevaba a las fiestas», recuerda entre risas. En esa época, el mezcal era visto con desdén fuera de Oaxaca, considerado una «bebida de pueblo». Sin embargo, para Mitch, ser oaxaqueño era una ventaja: «En Oaxaca, no importa si eres rico o pobre, el mezcal es parte de la cultura. Siempre hemos convivido con él».
Esa conexión lo llevó a intentar filmar un documental sobre el mundo del mezcal, un proyecto que, aunque inconcluso, le permitió conocer a fondo las regiones productoras y a sus maestros. Para financiarlo, traía botellas a la Ciudad de México y organizaba catas, sembrando sin saberlo la semilla de su futuro.
Piquete Ziña y el Vuelo del Murciélago

Hace 14 años, esa pasión se materializó en su propia marca de mezcal: Piquete Ziña. El nombre, que en zapoteco significa «mariposa de carne», es como se conoce al dios murciélago. «Siempre he tenido una fascinación por el mundo de los murciélagos y los vampiros», confiesa Mitch.
La elección no fue casual. Los murciélagos, específicamente la especie Leptonycteris yerbabuenae, son los principales polinizadores del agave. Esta simbiosis natural inspiró la marca y, eventualmente, el nombre de su mezcalería. «Quise aprovechar la función que tienen los murciélagos en el desarrollo del mezcal», explica. Su compromiso es tal que colabora con una fundación dedicada a la conservación de esta especie.
Casa Murciélago: Un Refugio para la Tradición

Tras una experiencia fallida con otro bar que fue víctima de la pandemia, Mitch y sus socios, Juan Vaquero y Vladimir, decidieron crear un lugar que encarnara su visión. Así nació Casa Murciélago, un espacio inspirado en las mezcalerías tradicionales de Oaxaca.
«La esencia es ser una barra de mezcal como las de antes, donde llegabas y el bartender te ofrecía lo que tuviera disponible», describe. El concepto es claro: apoyar a pequeños productores, ofrecer destilados auténticos y educar al consumidor.
Aquí, la curaduría es estricta. Uno de sus filtros más importantes es la graduación alcohólica: no venden nada por debajo de los 45 grados. «Una graduación tradicional va de los 45 a los 56 grados. Con eso nos quitamos un 80% de las ofertas», afirma Mitch. Su postura es firme frente a la tendencia de rebajar los mezcales para hacerlos más «accesibles». «Ahí la gente no está aprendiendo a tomar mezcal, está aprendiendo a tomar algo aguado que no es tradicional. Si quieres aprender, tienes que tomar cosas auténticas».
En sus estantes, que han llegado a albergar más de 300 etiquetas distintas, no encontrarás marcas industriales. La misión es ser una plataforma para maestros mezcaleros que a menudo no tienen otros puntos de venta, garantizando que cada sorbo sea honesto y respetuoso con la tradición y el medio ambiente.
La Celebración: Cuatro Años de Comunidad

Para su cuarto aniversario, Casa Murciélago refuerza su espíritu comunitario. La celebración contará con un invitado especial: Miguel Pérez, de la reconocida marca michoacana Palomas Mensajeras.
«Miguel va a venir a destilar aquí, en Casa Murciélago. Traerá mezcal de una sola destilación y aquí hará la segunda», anuncia Mitch con entusiasmo. El jueves 21, a partir de las 4 de la tarde, los asistentes podrán probar mezcal recién salido del alambique, una experiencia única en la ciudad. La fiesta continuará con música en vivo y DJs que ya son parte de la familia.
Más que un aniversario, es una celebración de la amistad y la comunidad que se ha formado en torno a su barra. «Tenemos una gran fidelidad de clientes», comenta orgulloso. «Mucha gente viene sola porque sabe que aquí se va a encontrar a alguien. Se han formado muchísimos tipos de relaciones porque tratamos de que la gente se sienta en su casa».
Para quienes deseen adentrarse en este universo, Mitch ofrece un consejo final: «Busquen mezcales con una graduación superior a 45 grados, que tengan el nombre del maestro mezcalero en la etiqueta y que sean de lotes pequeños. Así se aseguran de probar algo auténtico».
