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«Bar El Curandero»: Un Santuario del Mezcal que Rescata la Tradición y la Cultura Mexicana


En el corazón de Querétaro, emerge un espacio que trasciende la definición de un simple bar para convertirse en un verdadero promotor de la cultura mexicana: «El Curandero». Fundado y liderado por Jonatan Vera, este establecimiento se ha consolidado en cinco años como un referente para los amantes de los destilados artesanales y un punto de encuentro para quienes buscan sumergirse en la riqueza de las tradiciones de México.

La esencia de «El Curandero» nace de una inspiración profunda y personal. Como explica Jonatan, el nombre es un homenaje a su tío abuelo, un «curandero» que utilizaba la herbolaria de todo México para sanar. Esta conexión con la medicina tradicional y las raíces del país es la piedra angular del proyecto: fusionar la sabiduría de la herbolaria mexicana con la maestría de los destilados, ofreciendo una experiencia que va más allá de lo puramente recreativo.

Más de 200 Historias en Cada Botella

Lo que distingue a «El Curandero» es su inquebrantable compromiso con los destilados mexicanos artesanales de alta calidad. El bar es un escaparate de la diversidad mezcalera de México, albergando más de 200 mezcales diferentes provenientes de los nueve estados con denominación de origen, e incluso de los dos nuevos estados en proceso de integración. La oferta se extiende también a otros tesoros como el sotol, la raicilla, el bacanora y tequilas de producción ancestral, todos seleccionados con un criterio riguroso que prioriza la autenticidad y la excelencia.

Jonatan y su socio no solo son distribuidores, sino también productores. Cuentan con su propia destilería en Mineral de Pozos, Guanajuato, donde elaboran su mezcal controlando cada etapa, desde la siembra del agave. Esta experiencia les ha permitido entender y valorar la ardua labor de los maestros mezcaleros, muchos de los cuales enfrentan enormes desafíos burocráticos y fiscales.

«Nos acercamos a muchos de ellos y les dijimos: ‘Mira, no te vayas. Lo que haces es algo grandioso, es algo increíble. Te compro tu mezcal a buen precio y yo me encargo de todo lo referente a la gestión comercial. Tú nada más enfócate en hacer lo que realmente haces'», comparte Jonatan. Esta filosofía de apoyo mutuo ha permitido construir una red de colaboraciones que enriquece la oferta del bar y da visibilidad a pequeños productores que, de otro modo, se perderían en la vorágine comercial.

Además, el socio de Jonatan ha establecido una distribuidora en Bruselas, abriendo las puertas de Europa a estos destilados artesanales mexicanos, facilitando su exportación y llevando un pedazo de la cultura mexicana a nuevos horizontes.

Una Experiencia Sensorial y Educativa

En «El Curandero», la experiencia es integral. No es un lugar para la embriaguez sin sentido, sino para el aprendizaje y el disfrute consciente. «No es un bar cualquiera, no es de que vengas y te pongas hasta atrás. La verdad es que intentamos que la gente conozca, le platicamos de cómo se hace un mezcal», enfatiza Jonatan. Los mezcales que se ofrecen son de 45 grados de alcohol o más, garantizando una autenticidad que el paladar agradece.

La oferta gastronómica complementa a la perfección los destilados. La cocina, inspirada en la tradición michoacana y queretana, se enfoca en ingredientes de temporada y productos locales del semidesierto. Platos como los tacos de birria con costra de queso queretano, tostadas de aguacate con nopalitos de la sierra y el tradicional «nopal en penca» son solo algunos ejemplos de una carta pequeña pero en constante cambio, diseñada para resaltar los sabores auténticos de la región.

El ambiente musical es otro pilar de «El Curandero». Con géneros que van desde la cumbia psicodélica hasta el jazz y el reggae, el bar busca crear una «algarabía» que envuelve a los visitantes. Incluso la barra del bar tiene su propia historia: una hermosa pieza de madera que, increíblemente, perteneció a la casa de José Alfredo Jiménez en Dolores Hidalgo. Su peso y tamaño la hicieron inamovible para los saqueadores, convirtiéndola en un tesoro que ahora ancla la experiencia de «El Curandero» con un auténtico toque vintage.

Desafíos y Visión de Futuro

Ser un pionero tiene sus retos. En Querétaro, «El Curandero» es el único bar con una propuesta tan especializada en destilados mexicanos artesanales de alta calidad. Esta singularidad, si bien es un diferenciador clave, también los obliga a educar constantemente al público y a lidiar con la burocracia que a menudo estigmatiza los establecimientos de bebidas.

Sin embargo, el boca a boca ha sido su mejor aliado. La calidad de su oferta y el compromiso con la cultura han generado una clientela fiel que no duda en recomendar el lugar. «Llega gente de Japón, no sé cómo se enteró, pero llega gente de Japón y nos abarrota el lugar, o llega gente de Tailandia», relata Jonatan, evidenciando el impacto global de su propuesta.

La capacitación constante del equipo es fundamental. Muchos de los bartenders son exalumnos de Jonatan, quien también se dedica a impartir clases de mixología en universidades, con un énfasis claro en los destilados mexicanos. Su pasión es contagiosa y busca que las nuevas generaciones valoren y difundan el conocimiento sobre el agave y sus derivados. «Queremos conocer de todo, menos de nuestro país. Intentamos hacerlo al revés, que sepan primero de mezcales y luego ya que sepan de orujo, de pisco, de todo eso», subraya.

«El Curandero» es más que un negocio; es una misión cultural. Es un llamado a valorar lo propio, a respetar los procesos ancestrales y a celebrar la riqueza de México a través de sus destilados y su gastronomía. Con un ojo en la tradición y otro en la vanguardia, Jonatan Vera y su equipo continúan construyendo un espacio donde cada sorbo cuenta una historia y cada visita se convierte en un viaje por la autenticidad mexicana.

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